Las cabinas de los aviones generalmente están aisladas y presurizadas, por lo que los oídos no deberían sufrir, aunque es cierto que puede haber alguna variación de presión cuando la aeronave asciende y desciende.
Cuando el avión asciende, la presión en cabina puede disminuir y producirse una ligera expansión del tímpano si la trompa de Eustaquio no funciona adecuadamente para equilibrar las presiones dentro y fuera del oído. Al descender, se produce el mecanismo inverso y hay compresión del tímpano.
En condiciones normales, con sólo deglutir saliva se deberían equilibrar las presiones. Otra medida es pinzarse la nariz y, con la boca cerrada, tratar de echar aire por la nariz. Esto se conoce como maniobra de Valsalva. A continuación, hay que tragar saliva”. Por otra parte, en casos de obstrucción nasal por catarro o alergia puede ser necesario ponerse gotas vasoconstrictoras en la nariz al embarcar y repetir la operación al descender si el vuelo ha durado más de cinco horas.
Otra de las actividades que se realizan con mucha frecuencia durante las vacaciones de verano es la asistencia a conciertos, festivales y ferias, donde el nivel de ruido es elevado.
Además hay algunas actividades recreativas que pueden presentar riesgo de desarrollar pérdida de audición inducida por el ruido (incluso en solo un evento) como son el tiro al blanco y la cacería, escuchar música con auriculares a un volumen alto, tocar en una banda o ir a conciertos con la música fuerte”.
Si al final de una exposición al ruido nos queda un leve pitido o zumbido, es que ha habido un trauma acústico. Las primeras veces es reversible, pero si se repite puede tener consecuencias permanentes.
De este modo, aconseja que los profesionales, especialmente los músicos que trabajan con amplificadores, deberían ser previsores y vigilarse regularmente. Se recomienda evitar los ruidos impulsivos, por ejemplo los petardos, alejarse de las fuentes de estruendos, disminuir el ruido que generamos y reducir el tiempo de exposición a sonidos de alta intensidad.