La degradación de la calidad del aire causada por uno o más contaminantes, cuyos niveles de concentración y tiempo de exposición puede variar, muchas veces son el origen del asma o sus exacerbaciones.
Al aire libre los niveles elevados de contaminantes se han asociado con un incremento en su incidencia, pero no se ha podido establecer su papel como causante de su aumento, ni de la prevalencia a nivel poblacional.
Estudios recientes han relacionado una mayor prevalencia de asma y sus síntomas sugestivos, ausencias escolares, visitas a urgencias y hospitalizaciones en niños que viven cerca de carretas o caminos con gran afluencia de vehículos, tanto con motores de gasolina, como de diesel, así como el inicio del asma en forma precoz.
Bajo la hipótesis de que hay una relación causal entre la cercanía del tráfico, la contaminación y el asma, se determinó que en el 15% de todos los episodios de asma los síntomas eran atribuibles a la contaminación del aire. Mientras que en los que vivían lejos de las carreteras, sólo el 2% de los casos y sus síntomas fueron atribuibles a este tipo de contaminación.
Como los contaminantes encontrados en estos caminos son responsables en gran parte de la enfermedad crónica y sus exacerbaciones, se considera que éstos podrían ser evitables.
Aunque toda la población está afectada por la calidad del aire, hay una gran variabilidad en la respuesta ante la exposición a los contaminantes, asimismo, existe una susceptibilidad individual para determinar la magnitud del daño ante los contaminantes del aire y sus efectos sobre la salud, ya que ésta varía entre los individuos.
Los niños son más susceptibles porque sus pulmones y el sistema inmunológico se están desarrollando, además de que son más activos en ambientes con altos niveles de contaminantes, por lo que reciben dosis más altas en comparación con los adultos, debido a las diferencias en las tasas y patrones de respiración.
Los niños asmáticos son aún más susceptibles debido a inflamación e hiperreactividad de las vías aéreas.
Conclusiones
La reducción a la exposición de aire contaminado puede ser abordada desde varios puntos de vista, pero siempre con el objetivo de disminuir los niveles de los contaminantes de interiores y exteriores.
Más allá de los enfoques clínicos y de salud pública en busca de reducir la exposición, otra estrategia será buscar disminuir la susceptibilidad específica de los niños y adultos.
De acuerdo con diversos estudios, lo anterior se logra al reforzar el consumo de antioxidantes (vitaminas C, E, etc.) o buscar variaciones en la expresión en función de antioxidantes enzimáticos (glutatión-S-transferasas [GST]), lo cual suena muy prometedor teniendo como objetivo la quimioprevención para reducir la incidencia del asma.
Las investigaciones recientes, aunque aún controversiales, indican que probablemente los suplementos dietéticos para las personas con niveles bajos de antioxidantes podrían ser el primer paso preventivo, para posteriormente buscar un segundo enfoque consistente en la inducción de las defensas antioxidantes enzimáticas, especialmente para las personas con alto riesgo genético. Al mismo tiempo, se buscan políticas estatales para la prevención, asesoramiento y tratamiento de la población en general y de los casos más susceptibles.